Un artista que no se detiene... Juanan Requena
"Nació en un árido pueblo de La Mancha, donde se embelesó de horizontes viendo nacer más de mil tormentas. En la ciudad de Picasso aprendió de endecasílabos vendiendo libros y poniendo cafés. Se creyó viajero cableando giras de grupos sin rock, pero falló en el intento y se encontró con la luz del Cabo, donde rompió su primera cámara. Descubrió a Valente, se olvidó de los relojes y rodó hasta Berlín, donde se convenció de lo que hoy aún refleja, sin detenerse."
Así es como se presenta Juanan Requena, uno de esos artistas en los que sumergirse y quedarse. Su obra es poesía. Fotografía, letras, diarios, marcos, cajas de luz, combinado con la mirada personal de Juanan. Un mundo donde perderse, con muchas lecturas posibles, un mundo para emocionar. Hemos querido hablar con Juanan, sobre su proceso, su obra, y las cosas nuevas que están por llegar.
- Tener-Cultura: Para tí, ¿qué es la fotografía?
- Juanan Requena: Con los años la fotografía se ha convertido en una manera de estar y respirar el mundo, una energía compañera, constelada de dudas, pero siempre comprendida como un medio de transporte capaz de trasmitir sentimientos y anhelos a quienes la contemplan, capaz de establecer vínculos duraderos, de saltarse las reglas de los calendarios.
- T-C: "Entre Fuga y Regreso" es tu última exposición, dividida por decirlo así en cuatro actos, háblanos de este trabajo, ¿son distintas?¿porqué 4 actos?
- J.R: Desde el principio supe que no podía inventarme una exposición estática, hecha de una vez y acotada racionalmente. Como creador, sabía que no me saldría algo repetible y formal, con sus planos y sus certezas. No suelo pelearme con la razón: utilizo una mezcla de respiración y paciencia. Me tomo mi tiempo y si he hecho bien los deberes, las pulsaciones encajan finalmente y fielmente en la pared.
Por eso la exposición tenía una connotación teatral, porque cada acto variaba, se adaptaba y aprendía, como un camino aún por descubrir, que se trazaría escuchando los pasos, viviendo cada instante, sin que fuera importante el final, sino el propio recorrido.
- T-C: Para el último acto hiciste una campaña en Verkami más que exitosa, ¿qué tal la experiencia? ¿cómo viviste esa acogida de la gente?
- J.R: Ese último acto de la caótica “exposición-viaje” marcó un antes y después... fue realmente increíble recibir y canalizar tanto apoyo desde tantos corazones... al elegir la fotografía como único medio de vida, llegué a un punto en el que, para seguir creando en libertad y con honestidad, necesitaba un impulso... y recibí lo más inesperado: una auténtica lluvia de abrazos, luces y fuerzas... ¿y sabes qué?, a día de hoy aún ando disfrutándolo y tratando de digerirlo, tanta y tan intensa fue la entrega, te lo aseguro.
Ahora, tras toda la aventura, toda la exposición anda repartida entre muchas personas y en muchos hogares, y de alguna manera, gracias a todos ellos, siento que seguirá viva, aprendiendo y creciendo... y adquiriendo todo su valor: un valor tangible, que radica en su alcance y en cómo pasó a convertirse en un intenso viaje compartido, porque me lancé a las carreteras de todo el País para conocer a cada una de esas “luciérnagas” que me ofrecieron su impulso, de una en una, de mano en mano, haciendo que el sentido final no fuera otro que compartir el calor humano, hasta el final.
- T-C: En tu proceso creativo fotografía y poesía estan muy vinculadas, utilizas todo tipo de materiales, e intervienes en las obras. Háblanos de este proceso de experimentación, ¿es en este sentido 'la meta es el camino'?
- J.R: “La meta es el camino”, además del titulo de uno de los talleres que de vez en cuando imparto en algún lugar bonito, se ha convertido precisamente en una especie de grito de guerra de mi proceso, exactamente.
Se trata de escuchar dentro de ti y hacerlo con disciplina, sin estar pendiente de hacia dónde se dirigen tus pasos, sino simplemente, caminarlos y tener fallos, experimentar y volverte un poco majareta, sin olvidar disfrutar de cada mapa recorrido.
Es un proceso diario, mezcla de liberación y comprensión. Pessoa decía que “lo que nos salva, es comprender”. Puedes dar cien o mil vueltas, pero de cada una te llevarás algún fruto. Cuando lo tengo claro, dudo, y me encanta porque la duda me llevará a corroerme por dentro, desengrasará ideas y encontrará salidas distintas a las esperadas. También R. Adams decía que no haces una fotografía sólo con una cámara... ¿verdad?. Así que supongo que en algún punto se me cruzaron los cables con las ideas y terminé mezclándolo todo, encontrando lazos y correspondencias en la música, la poesía o en muchísimas novelas, y todo eso, al respirarlo, se ha ido incorporando a lo que hago, sumándole capas de significado.
- T-C: En tu trabajo podemos encontrar numerosos diarios, ¿que son tus diarios? ¿De dónde nacen?
- J.R: Hay muchos libros que son diarios narrados, o donde el escritor lleva consigo un diario, así que supongo que nacieron como imitación a esas primeras lecturas. Al fin y al cabo, siempre llevé conmigo cuadernos, que iba llenando cada día, pacientemente, con las cosas que no quería olvidar, para resolverme el miedo a perder la memoria.
Hace unos años, cuando me encontró la fotografía, los diarios que llevaba conmigo empezaron a llenarse de luces y sombras, lo que, si lo piensas bien, era algo irremediable para quien hace sus copias y convive con el espacio que ocupan físicamente... imagínate cien fotos en un disco duro, ¿algo apenas invisible no?, ahora imagina cien copias en papel... un tostón, vaya... pues para salvarlas y como un ejercicio de “edición”, empecé a pegarlas en mis diarios junto a las listas de cosas por hacer, las frases subrayadas de los libros que leía...
Ahora, pasado un buen puñado de años, mis diarios se han transformado y se han independizado de la narración estrictamente personal... hoy son mezcla de libros de artista o cuaderno de bocetos y son el reflejo más fiel de una disciplina íntima y diaria a la que me doblego y dedico con mayor imprecisión y toda la libertad de que dispongo.
- T-C: Te sientes cómodo con el formato libro, ¿qué te aporta frente a otros formatos?
- J.R: Supongo que no crecí con la idea de que una buena foto fuera suficiente. Si así fuera, no estaría tratando de comprenderlas, empeñando mi tiempo en crear un conjunto que sirva para transmitir las sensaciones que, al fin y al cabo, ya estaban ahí cuando se hicieron. Así imagino mis libros, más como contenedores de emoción que como cajones de instantes increíbles.
Un libro se compone gracias a una cierta pericia narrativa, un mensaje más o menos abierto y un montón de ingredientes secretos, que son los que hacen que ese libro sea depositado en la librería junto a otros o sea manoseado, viajado y subrayado. Es un asunto difícil, una pelea que merece la pena enfrentar y que te mantiene entrenado, vivo y con las ideas en marcha. No basta con tener buenas fotografías, como no basta con tener un buen single. Hay que vivirlo por entero: ensayar y ensayar, probar y descartar, conjugar y querer pegarse la gira. Por eso disfruto haciéndolos o pensándolos, porque hay muchísimo de tu esencia dentro de ellos, de tu comprensión del mundo.
- T-C: ¿Cada trabajo es una pieza única?
- J.R: Sí, claro que sí. Pero no es una bandera que ondear, es algo más sencillo: al trabajar con las herramientas de toda la vida, con lápices, papel y tornillos, cada cosa que fabricas es irremediablemente irrepetible.
Además, un creador trabaja siempre dentro de un sistema en movimiento, sujeto al caos y a las leyes del azar y de los fenómenos aleatorios, donde tan sólo existe la ciencia de la excepción y lo milagroso... por eso muchas veces me he preguntado si podría volver a hacer un diario o una caja de luz... y la verdad, casi ni recuerdo cómo lo hice o me sería técnicamente imposible conseguir ese barniz o saber el tiempo exacto de exposición o “dónde quedaba la arruga de aquella copia que llevaba en el bolsillo cuando fui de viaje a no recuerdo ni dónde...” y todo eso es, precisamente, lo mágico.
- T-C: Ahora estás con un nuevo proyecto: “El Granero”. Cuéntanos, ¿qué es?
- J.R: Empezaré por el principio: el proyecto nace a raíz de tres deseos, nada extraordinarios, pero necesarios para fortalecer el espíritu a estas alturas del camino creativo.
Lo primero, “El Granero” es mi nuevo hogar, una pequeña casa en un pequeñísimo pueblo de Zaragoza. Aquí concurren sosiego, calma y concentración. Lo segundo: también es mi taller, situado en la cámara del tejado, en un antiguo granero que mi chica y yo hemos estado “apañando” este verano con nuestras propias manos. Un espacio enorme, que ya precisaba con tanta obra por venir. Y lo tercero, “El Granero” sueña con ser también un espacio abierto, un lugar apartado y tranquilo donde inventar encuentros y talleres, donde conversar y buscarle a los adjetivos su verdad.
Este tercer deseo nace a su vez como continuación de ese viaje que fue toda la disparatada entrega de recompensas de la exposición “Entre fuga y regreso”... me sentía en deuda con muchas personas que me abrieron las puertas de sus casas y ofrecieron refugio, buenas dosis alimenticias y conversación. Así que aquí tendrán su casa también, bizcochos caseros y vino de la tierra, además de todos esos diarios, un laboratorio o una colección de lentos atardeceres.
Aunque aún no sé cómo funcionarán sus engranajes, “El Granero” desplegará sus velas dentro de un mes, y nos dedicaremos a organizar pequeños talleres y encuentros sencillos, que además de una parte creativa, contendrán ingredientes de efectos altamente saludables como caminar o escuchar el silencio.
La intención no es otra que trasmitir la idea de pausa, sin que eso signifique detenerse. O lo que es lo mismo: tratar de desconectar para escuchar lo que cada cuál desea crear y aprender a compartirlo.
No queremos terminar sin darle las gracias a Juanan por atendernos, ha sido un gustazo hablar con él, que nos cuente un poco más sobre su forma de entender la fotografía, el arte... y que nos cuente sobre su nuevo proyecto, que estamos convencidas de que va a ser todo un éxito, no creeis???
Aquí la web de Juanan, para que podáis seguir investigando.
Y para terminar. os dejamos el vídeo del último acto de "Entre Fuga y Regreso", una belleza. Aquí el enlace para que veáis más.